Sus labios fueron el paraíso cuando en invierno busqué inspiración, les enseñé a fumar cigarrillo y ellos dejaron escapar el humo con sublime elegancia, para luego deleitarme con una carcajada que rompió el silencio y pudo haber dejado sin aliento al mismísimo oxígeno.
Ella
hubo cerrado los ojos al besarme, supongo que por locura, y yo los cerré solo
por ser cobarde y temerle a las alturas.

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